Existen, para cada persona, edades de oro diferentes. En parte, esto es asi, porque cada generacion tiene sus propias expectativas. Para algunas generaciones las expectativas eran ganar determinados lugares en la sociedad, razon por la cual, mirar hacia atras, es doloroso porque implica reconocer quienes fueron en su lejano pasado, un imagen que, tal vez, no coincide con lo que son hoy.
Para usted y para nosotros, seguramente, personas simples de Salamanca nuestro pasado ideal es el mismo: nuestra niñez. Y es la edad de oro a la cual quisieramos volver porque en aquellos años, hace dos, tres, cinco decadas atras, eramos felices con tan poco.
¿Usted lo recuerda? Porque nosotros si, esas interminables, largas, hermosas, calidad tardes en las cuales, una vez terminadas las tareas de la escuela nos dedicabamos a divertirnos con nuestros amigos, parientes y conocidos durante horas y horas y mas horas.
No habia Internet, no habia computadoras, no habia ipad ni ipod, solo las calles, donde jugar, donde correr, donde esconderse. En esa epoca, incluso los premios de los padres eran otros, en esa epoca uno se pasaba las tardes corriendo porque sabia que, al finalizar la tarde, recuperaria energia probando la rica naranja valenciana que nuestros padres nos daban.
Los niños de hoy, nuestros propios hijos, no han probado verdaderas naranjas, porque las naranjas que comen no son naranjas naturales como aquellas que comimos nosotros y nuestros padres y los padres de nuestros padres, naranjas verdaderas y no criadas en oscuros laboratorios.
Por supuesto, existen mercados, mercados que tienen naranjas, naranjas que parecen brillantes y ricas pero, al probarlas, lo que descubre el consumidor es que saben... a nada. La razon esta en la gran cantidad de productos quimicos que le ponen las empresas para hacerlas mas vistosas pero no mejores.
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